Dejar de fumar: ¿de forma abrupta o gradual?

Investigadores del Colegio Americano de Médicos han decidido dar respuesta definitiva a la pregunta: ¿qué es más efectivo? ¿dejar de fumar de forma abrupta o gradual?
Para ello, han llevado a cabo un estudio con 697 adultos fumadores en el que ha examinado la efectividad de cada uno de estos dos métodos.

Actualmente, la mayoría de las guías y profesionales recomiendan dejar de fumar de forma abrupta. Sin embargo, se observa que los fumadores prefieren en la mayor parte de los casos, intentarlo de forma gradual. 
El objetivo de esta investigación ha sido demostrar si esta concepción profesional puede o no ser fundamentada de forma empírica dado que, si no es así, terapias graduales de abandono del consumo deberían ser implantadas tanto por la preferencia de los pacientes como por la previsión de adherencia al tratamiento.

Los participantes fueron divididos en dos grupos en función del tipo de terapia de abandono del consumo de tabaco: gradual o abrupta. Aunque ambos grupos recibieron apoyo médico y utilizaron parches de nicotina, ambos deberían dejar el hábito en un plazo de dos semanas.

Aquellos que debían dejarlo de forma abrupta podrían seguir fumando de forma habitual durante dos semanas y abandonar el consumo de forma abrupta una vez que los 15 días concluyesen. Al grupo de fumadores que debían dejar de fumar de forma gradual se les indicó que durante esas dos semanas deberían alcanzar una reducción del 75% para posteriormente dejarlo completamente.

¿Qué creéis que sucedió?

4 semanas después se midió el éxito de ambos tipos de terapias. En ese momento, mientras que un 49% de los participantes del grupo de cesación abrupta continuaban abstinentes, sólo un 39,2% de los participantes del grupo de cesación gradual habían alcanzado dicho objetivo.
6 meses después se realizó otra medición que confirmó estos resultados.

¿Qué podemos concluir de estos resultados?

Vemos que en ambos grupos se observa una gran tasa de recaída, independientemente del tipo de terapia utilizada. De echo, a los 6 meses sólo un 22% del grupo de cesación abrupta había resistido la recaída (15,5% en el grupo de cesación gradual).

Bajo mi humilde punto de vista, estos resultados no son concluyentes dado que considero necesaria una medición de la intención y motivación de abandono del hábito previa al comienzo de la terapia.
Parece más una cuestión de superación personal que del tipo de terapia puesto que las diferencias en la tasa de éxito entre ambos grupos no son tan drásticas.

En definitiva, ¿cuáles son los motivos que llevan a las personas decidir dejar de fumar?
Quizás los que deciden dejarlo de forma gradual no tienen tanta "urgencia" por dejarlo mientras que los que deciden hacerlo de forma abrupta sienten que "es el momento".

Espero que futuras investigaciones den respuesta a esto. Mientras tanto, me gustaría saber vuestra opinión.



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