¿Qué es el tiempo?
Por una parte, una medida de cambio objetivable y, por otra, una percepción de cambio por definición subjetiva. Comenzaré definiendo la dimensión objetiva del tiempo para después hablar de la subjetiva, aquella que nos hace pensar “no tengo tiempo”, "el tiempo vuela", “se me ha pasado muy rápido” o “ha sido eterno”.
El tiempo es intrínseco a los sucesos naturales. Podemos encontrar ritmicidad o periodicidad en las órbitas planetarias, los equinoccios, la fotoperiodicidad de las plantas, los ciclos de división celular, etc. Es difícil imaginar cómo podría desarrollarse la vida al margen de la dimensión temporal…
Sin embargo, el tiempo es relativo. A pesar de que tanto Newton como Aristóteles fueron fieles defensores de la existencia de un tiempo y espacio absolutos, la teoría de la relatividad de Einstein supuso una gran revolución en la concepción científica del tiempo, incluyendo a la dimensión psicológica del estudio del mismo. La teoría de la relatividad introdujo el concepto de la “flecha del tiempo”, ligado a la idea de cambio. La flecha psicológica es la dirección en la que sentimos que pasa el tiempo, la dirección en la que recordamos el pasado pero no el futuro. La teoría de la relatividad también aporta el concepto de la dimensión “espacio-tiempo”, manifestando la necesidad de considerar conjuntamente ambos aspectos en el estudio de la cognición, ya que nuestro sistema cognitivo, como cualquier elemento de la naturaleza, está constantemente influido y limitado por la dimensión espacio temporal del contexto.
Cuando hablamos de la percepción subjetiva del tiempo, estamos hablando de la experiencia psicológica de duración, que se refiere a cómo los individuos realizan estimaciones temporales de la duración de los eventos. La existencia de procesos cognitivos de cronometraje se ha demostrado en multitud de experimentos psicológicos de producción y percepción de estimación temporal. De dichos experimentos se ha concluido que el procesamiento cognitivo de la duración dista mucho de ser preciso. Nuestro estado de ánimo, el contexto, nuestras actitudes o la emocionalidad e importancia de un evento, son algunas de las variables que hacen que la percepción de duración sea imprecisa. De este modo, una situación aburrida, desagradable y monótona será eterna; una situación excitante y motivadora “se nos pasará muy rápido” y un estado de estrés prolongado o la acumulación de tareas nos llevará a decir “no tengo tiempo”.
Para terminar me gustaría introducir polémica haciendo referencia a los ciclos circadianos. Éstos constituyen el reloj biológico humano que regula las funciones fisiológicas del organismo para que sigan un ciclo regular que se repite cada 24 horas y que coincide con los estados de sueño y vigilia. Los ciclos circadianos son regulados mediante la estimulación retiniana de los ciclos luz-oscuridad naturales. Estos ritmos son, por lo tanto, biológicos. Sin embargo, son diferentes en cada persona y muy susceptibles a ser alterados por variables psicológicas.
En los ritmos circadianos encontramos el punto de inflexión entre las dos concepciones de tiempo previamente definidas. La polémica está servida.
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