¿Cómo hemos evolucionado los seres humanos para que nos guste el picante?
Al margen de los humanos, tan sólo las aves son capaces de consumir picante. Sin embargo, éstas no lo hacen por placer sino que son insensibles al picante. Simplemente, no lo perciben.
En humanos y mamíferos, es el mismo mecanismo el que responde a la capsaicina, la cadena bioquímica del dolor. Los mamíferos somos capaces de detectar el dolor a través de receptores específicos para el mismo, llamados nociceptores, cuya función es señalar al sistema nervioso que una zona de nuestro organismo está expuesta a una situación que puede provocar una lesión.
Aunque existen distintos tipos de receptores para el dolor, aquellos que informan al sistema nervioso de que estamos consumiendo comida picante son también los encargados de informarle de que nuestra lengua está envuelta en llamas.
La percepción del picante no es por tanto una percepción de sabor sino que es una percepción de calor extremo, una percepción de quemazón.
Mientras que el resto del reino animal no lo ha hecho, los seres humanos nos hemos adaptado al picante. Existe evidencia de que ya hace 6000 años los humanos consumíamos picante.
Sólo los seres humanos tenemos la capacidad de experimentar placer con estímulos que son intrínsecamente negativos, como pueden ser el picante o las montañas rusas. Es el poder de la mente sobre el cuerpo el que nos permite disfrutar de los mismos. Aprendemos que estos estímulos no son peligrosos en realidad y disfrutamos de la activación neurológica que se deriva de su percepción.
Según afirma el doctor Bloom, sólo el animal con el cerebro más grande e intrincado, y la conciencia más extraña, el ser humano, es capaz de disfrutar del picante.
Pero, en realidad ¿Cuán peligroso es el picante?
Como he señalado anteriormente, el picante es capaz de activar la vía de percepción del dolor por temperaturas extremas. Esto lo hace por su carácter irritante. El picante es capaz de irritar cualquier tejido de nuestro cuerpo.
Por ello, el picante provoca daños en tejidos tales como la pared del estómago y su consumo abusivo podría desencadenar en úlcera de estómago.
Además, en grandes cantidades puede provocar intoxicación. Sería extremadamente difícil conseguir intoxicarse comiendo pimientos picantes pero, curiosamente, la capsaicina es utilizada para la fabricación de gas lacrimógeno.
¿Existen beneficios derivados del consumo de picante?
Si. Por supuesto, no todo son malas noticias. El picante tiene propiedades analgésicas, antioxidantes e incluso anticancerígenas.
La capsaicina se utiliza como medicamento analgésico. Un ejemplo serían los parches de capsaicina para aliviar el dolor de lumbago. La capsaicina también es capaz de actuar sobre el dolor neuropático.
La capsaicina es además un compuesto antioxidante, capaz incluso de prevenir la formación de coágulos en la sangre.
Y la guinda del pastel es el descubrimiento en 2007 por parte de la Universidad de Nottingham, que ha sugerido que la capsaicina es una sustancia efectiva en en tratamiento del cáncer. La familia de moléculas a las que pertenece la capsaicina (vaniloides), son capaces de provocar apoptosis (muerte celular) en células cancerígenas uniéndose a las mitocondrias.
Lo más relevante es que no dañan a las células sanas circundantes dado que la bioquímica de las células cancerosas es muy diferente a la de las células sanas.
Otro posible beneficio del picante, aunque en esta ocasión relativo, es la reducción del apetito. Ciertamente consumir picante sacia, lo que hace a la capsaicina un firme candidato a ser incluido en tu dieta si lo que buscas es perder peso.
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